Sin Miedo A Los Muertos 2023

sin-miedo-a-los-muertos

Sin Miedo A Los Muertos 2023

Sin Miedo A Los Muertos… Mi nombre es Raymundo, ahora soy médico forense con 20 años de experiencia,  desde pequeño me acostumbré a ver cadáveres todos los días, a oler la muerte y saber que todos irremediablemente un día estaremos en una plancha fría de cemento.

Aquí les comparto mi historia, desde las primeras experiencias paranormales en la morgue,  hasta lo que he visto el día de hoy, contar ahora lo que viví cuando era un niño,  quizá no produce tanto terror, pero al momento de vivirlo fue traumatizante para mí.

En los años 70s mis padres trabajaban en una morgue, por lo mismo desde muy chico supe lo que era un muerto, porque hablar de cadáveres era el tema de todos los días en mi casa.

Papá era un señor muy alto y de compleción robusta, eso le ayudaba mucho para mover los cadáveres,  porque cuando los cuerpos están sueltos se tiene la sensación de que pesan más.

También le servía cuando aparece la rigidez corporal, la llamada Rigor Mortis, que causa un estado de inflexibilidad en las extremidades y una dificultad para mover el cadáver.

También le ayudaba mucho su forma de ser, muy recto,  muy serio, a pesar de saber mucho de medicina,  creía en las cosas paranormales y no se asustaba con nada.

Sabía hacer de todo,  aunque era el encargado de las necropsias,  también era embalsamador, varios años fue trabajador de una funeraria,  toda su vida giraba en torno a la muerte.

Mi madre era de compleción regular,  en realidad ya muy pocas veces le ayudaba a mi papá, ella más bien se encargaba de arreglar los cuerpos, era tano estética,  maquillaba hombres y mujeres por igual,  porque los muertos ya no tienen color, entonces ella alistaba a los difuntos,  para que lucieran lo mejor posible cuando los familiares los vieran en ese estado por primera vez, dándoles una apariencia de estar dormidos, tranquilos, aparentando que descansan en paz.

Mi padre, el güero como le decían,  trabajaba el turno nocturno, siempre quiso que yo me dedicara a lo mismo que él, por eso muchas veces me llevó a su trabajo, donde mientras lo realizaba me explicaba muchas cosas en referencia a los cadáveres.

Poco a poco me fui acostumbrando a ver personas sin vida, no solo a mirar,  si no a oler la sangre, también me ayudó a comprender que la muerte es un proceso natural, en una palabra, aprendí a no tenerle miedo a los muertos.

A mis padres siempre los admiré por lo que hacían, no todas las personas tienen estómago para esa profesión, además de la experiencia,  tienen que tener el gusto y los nervios de acero,  por las situaciones extrañas que ahí pasan.

Recuerdo la primera vez que me llevaron a la morgue, mi papá le pidió permiso al guardia porque no tenían donde dejarme, como eran amigos accedió sin problema, me acuerdo que me miró aquel señor, me preguntó si no me daban miedo los muertos que hablan, luego se sonrió.

Sin comprender realmente lo que me decía,  moví la cabeza de forma negativa, luego nos metimos a un cuarto grande donde me acuerdo que había 2 cuerpos, la sala de las necropsias, ese lugar era realmente frío.

Al entrar esperaba ver a los muertos tirados,  todo lleno de sangre, pero en realidad era un lugar limpio, todo realmente acomodado, lo único que se sentía extraño era el ambiente, se respiraba la soledad y un olor diferente que yo no conocía.

Miré a mi papá ponerse una bata, mascarilla  y guantes blancos,  mientras yo me senté en una camilla como a unos 3 metros de él, cuando se dispuso a trabajar lo primero que hiso fue persignarse, después de unos segundos se puso hablar con el muerto, le dijo que todo estaba bien, que él lo iba a preparar para que ya descansara tranquilo.

Por varios minutos estuvo hablándole al cadáver, como si se tratara de cualquier persona, le pedía que no tuviera miedo,  que todo eso que sentía pronto pasaría.

Yo lo veía extrañado, no recuerdo haber sentido miedo al mirar a mi papá por primera vez realizar su trabajo, lo que nunca se me olvida fue que el otro cuerpo el cual estaba cubierto con una sábana blanca,  de manera repentina movió uno de sus brazos.

Con el movimiento dejó descubierta su cabeza, al ponerle atención me di cuenta que su piel tenía un color raro, además estaba con los ojos abiertos,  claro que me asusté,  nunca había visto cosa semejante.

Caminé hasta donde estaba mi papá sin dejar de mirar aquel cuerpo, pero a decir verdad,  más bien pareciera que era el cadáver el que me miraba a mí, tal vez sería el miedo porque puedo asegurar que me seguía con la mirada.

Eso si me sorprendió, me dio mucho miedo,  porque yo sabía que era un muerto,  cuando me acerqué le dije a mi papá lo que había visto, solamente volteo a verme, sonrió un poco al decirme que no le hiciera caso, porque era solo un cadáver indefenso.

Yo estaba pequeño,  aún así alcancé a ver como el cuerpo que atendía mi papá estaba llorando, las lágrimas le recorrían la cara y caían en la loza, yo estaba extrañado, no sabía qué lugar era ese, donde en verdad los muertos se movían, aunque ahora que soy médico, sé que quizá esa persona que lloraba tenía vida, la llamada  catatonia, pero no lo puedo asegurar.

Esa es la primera experiencia que yo recuerdo, me atrevo a decir que marcó mi vida, porque hasta el día de hoy, después de tantos años,  no la puedo olvidar.

También recuerdo una ocasión que mi papá estaba trabajando con el cuerpo de un amigo suyo,  muerto unas horas antes en un accidente, por largo rato habló con él, lo sorprendente para mí,  fue escuchar como el cadáver le contestó en 2 ocasiones,  emitiendo un sonido que a mí me pareció de lo más horrible.

Mientras yo estaba lleno de miedo,  mi papá se mostraba muy tranquilo, primero me decía que el muerto le agradecía el tratarlo con respeto, pero al mirarme espantado me explicaba que era una cosa normal,   eran aires que arrojaba el cuerpo por la boca y al mover las cuerdas bucales se producía el sonido, que no me asustara.

En ese entonces yo era un niño, tendría algunos 9 años,  no comprendía muchas cosas que él me explicaba, por eso me daba mucho miedo ver a los muertos moverse, llorar o escucharlos quejarse.

Cuando me acostumbré a eso pasó algo peor, una madrugada después de terminar su trabajo,  mi papá se recargó en una silla y cerró los ojos, quedándose un rato dormido, yo estaba acostado en una camilla en un rincón de la morgue.

Pasado un rato claramente escuché que se abrió una de las gavetas, ahí donde se ponen los cadáveres,  me senté en la camilla, sabía que solo estábamos mi papá y yo, nadie había entrado.

Después de unos segundos se escuchó cómo se abrió otra más, luego escuchaba pisadas de pies descalzos,  lo primero que se me vino a la mente, fue que los muertos se habían levantado.

Por el lugar donde estaba,  no alcanzaba a mirar todas las gavetas, lo que si empecé a ver fue la sombra de alguien que lentamente caminaba muy cerca de mi papá.

Era tanto mi miedo que aunque quería gritar no podía hacerlo, por eso me tapé hasta la cabeza con la sábana que tenía,  así estuve por un rato,  no puedo decir sin moverme, porque estaba temblando, escuchando esas pisadas por todas partes.

Cuando escuché que bostezó mi papá me asusté,  pero luego supe que se había despertado, le conté lo que se escuchó y lo que miré,  pero él me dijo que de seguro estaba soñando.

Cuando fue la hora de su salida, antes de irnos, voltee a ver las gavetas,  para mi asombro todas estaban cerradas, como si nada hubiera pasado, de lo que si estoy seguro es que no lo soñé.

Quizá tendría unos 10 años cuando una noche que acompañé a mi papá me quedé dormido un rato ya entrada la madrugada, no sé cuánto tiempo, al despertar me di cuenta de que estaba solo en ese lugar,  le grité a mi papá pero todo estaba en silencio.

 De repente entró una persona a la morgue, por sus vestimentas supe que era un guardia de seguridad, lo curioso era que estaba manchado de sangre, además estaba bastante pálido, ni siquiera me miró, caminó alrededor de un cuerpo que estaba esa noche ahí, sorprendido le pregunte si buscaba a mi papá,  pero tampoco  me respondió.

Se paró a los pies de aquel difunto dándome la espalda, fue como si estuviera hablando con él,  porque movía mucho sus brazos, aunque no pronunciaba ninguna palabra.

Segundos después así como entró salió, en silencio y sin decir nada,  cuando regresó mi papá le platiqué lo que había ocurrido, me miró extrañado, me dijo que nadie podía entrar ahí sin autorización,  porque era un lugar restringido.

Me preguntó cómo era ese señor, cuando se lo describí, me dijo que no podía ser,  porque según las señas que le daba era un guardia que años atrás lo asesinaron de 3 balazos afuera de la morgue.

Cuentan los que lo han visto,  que desde entonces se aparece por las noches, en ocasiones entra a la morgue, checa a los muertos tratando de reconocer a su asesino, después de confirmar que no es,  desaparece, aunque mi papá me aseguró que él nunca lo había visto.

Esa noche supe que aparte del comportamiento extraño de los cuerpos de los muertos,  también se tenía que lidiar con sus espíritus o apariciones fantasmales.

Todo eso y muchas cosas más me pasaron en ese lugar,  que de niño me parecía tenebroso, cuando crecí, fui a la universidad, me preparé para ser lo que mi papá siempre quiso que fuera.

Después de graduarme,  mi primer trabajo fue en la morgue de un hospital, ya nada era nuevo para mí, pero tenía que empezar de abajo, como todo principiante lo hacía.

 Recuerdo la primera vez que fui al cuarto mortuorio en la madrugada, por alguna razón me sentí extraño cuando caminaba por un largo y solitario pasillo,  al llegar me senté a esperar a mi compañero con quien compartía turno,  porque él era el responsable,  esa noche si tendríamos trabajo, había 3 cuerpos de personas adultas, cubiertos con sabanas blancas.

Todo estaba tranquilo, muy normal, de pronto empecé a escuchar los sollozos de un niño, ya estaba acostumbrado a las cosas paranormales,  pero en esa ocasión en especial se me erizó la piel, además ahí no había ningún cadáver de niño,  volví a mirar los cuerpos y todos eran de personas mayores.

Claramente escuchaba como ese niño seguía llorando, extrañado me levante, empecé a checar el lugar, primero con la mirada, luego camine entre los cadáveres,  me di cuenta que debajo de una camilla estaba el cuerpo de un pequeño,  cubierto por completo con una sábana, en posición fetal.

Era él quien lloraba, le pregunté él porque estaba ahí abajo,  pero no me respondió, solo seguía llorando,  aunque parecía que su cuerpo no se movía para nada al hacerlo.

Me puse en cuclillas para verlo mejor,  le volví hablar, en esta ocasión dejó de llorar,  aunque tampoco me respondió, le pregunté si se encontraba bien,  que qué estaba haciendo en ese lugar, aún con la sábana cubriéndolo por completo,  se sentó frente a mí.

Al no poderle ver su cara me ponía algo nervioso, además no comprendía que estaba haciendo un niño en un lugar como ese, a esas horas de la noche, como era posible que se hubiera podido meter.

Como pude lo saqué de debajo de la camilla y lo cargué en mis brazos, apenas había dado unos pasos,  me di cuenta de algo extraño, estaba demasiado frío, helado como un muerto.

Para mi asombro me pareció escuchar que empezó a reírse,  aunque el cuerpo no se movía ni siquiera para respirar.

Sentí un gran escalofrío, lo más rápido que pude lo puse sobre una losa, al quitarle la sabana dejó de reír, al verlo de cerca no lo podía creer, ese niño era un cadáver,  que por su aspecto tendría unas horas de haber muerto.

Lo inquietante era su aspecto, tenía los ojos muy abiertos casi para salirse de sus cuencas, además su boca también se encontraba abierta, como si hubiera gritado con todas sus fuerzas.

Sin Miedo A Los Muertos

sin-miedo-a-los-muertos
sin-miedo-a-los-muertos

Voltee para todos lados a ver si no había alguien más, porque no podría ser que ese niño estuviera llorando, estaba muerto, me invadió el miedo al recordar que él solo se había enderezado.

A pesar de estar acostumbrado a ver muertos  desde niño,  ese cuerpo en particular me producía escalofríos,  el haberlo cargado me dejó una sensación terrible.

Cuando llegó mi compañero con los papeles me dijo que había 4 cadáveres,  3 adultos y un niño, como me notó muy serio,  me preguntó qué me pasaba,  después de contarle todo,  me dijo lo que yo ya sabía,  que los cuerpos a veces se mueven, quizá por eso el niño estaba en el suelo.

Dicho esto trató de convencerme que lo demás  lo había imaginado, me dio una palmadita en la espalda y me dijo bienvenido a la morgue.

Empezamos a trabajar,  pero yo me sentía nervioso, porque una cosa era que se movieran los cuerpos,  algo muy diferente y hasta espeluznante fue que aquel niño claramente lo escuché llorar.

Nos dedicamos a trabajar con los 3 adultos, mientras lo hacíamos,  por mis nervios volteaba con frecuencia hacía donde estaba el cadáver del niño, imaginándome que otra vez podría levantarse.

Cuando tocó su turno mis manos temblaban,  como si fuera la primera vez que tocaba un muerto, todo el tiempo estuve nervioso,  al grado de sudar a pesar del frío tan marcado que había.

El cuerpo no presentaba golpes o huellas de violencia, no tenía rastros visibles de enfermedad, murió de un paro cardiaco a los 12 años, parecía que este era producto de un susto,  por el terror que tenía reflejado en su rostro.

 Al terminar le pedí a mi compañero que él guardara el cuerpo,  porque yo me sentía agotado, aunque la verdad  era que le tenía miedo a ese niño.

Esa noche estuve muy intranquilo,  por la mañana ya en mi casa, me acosté a descansar, por largo rato se me fue el sueño, recordando cómo lloraba el cadáver del niño, cuando por fin me dormí,  me miré parado dentro de la morgue temblando de frío.

Poco a poco fue disminuyendo la luz y se empezó a escuchar aquel llanto aterrador, no sabía para donde correr, muy cerca de mi oído me dijeron,  se me apareció el diablo, cuando sentí una mano fría tocar mi hombro me desperté.

Dudé un poco en ir a trabajar esa noche, pero tenía que hacerlo, de lo contrario no iba a soportar trabajar toda mi vida con cadáveres, por eso me alisté y a las 11 de la noche ya estaba de vuelta en la morgue.

Al llegar me enteré que el cuerpo de aquel niño seguía ahí,  nadie lo había identificado aún, que estuviera era una posibilidad, además yo lo presentía desde antes de entrar, por eso seguía algo nervioso.

Esa noche tuvimos solo un cuerpo,  por lo mismo nos desocupamos temprano, como a las 3 de la mañana mi compañero fue a entregar unos resultados y yo me quedé solo.

Pasados quizá unos 15 minutos empecé a escuchar unos extraños golpes,  ahí mismo dentro de la morgue, cuando me di cuenta que ese sonido venía de las gavetas,  entré en tensión, sentí que la sangre se me fue hasta los pies.

Venciendo mi miedo en lugar de salir corriendo decidí ir a investigar, cuando comprobé que el ruido venía de adentro de una gaveta,  donde estaba un muerto,  no lo podía creer, tampoco tenía las agallas para abrir y ver quien quería salirse.

Mejor me di la media vuelta para regresar al lugar en donde estaba,  cuando lo hice,  escuché que la puerta de la gaveta se abrió, tube una sensación de terror como nunca, no me atreví a voltear,  seguí caminando sintiendo la terrible sensación de que alguien me miraba.

Cuando llegó mi compañero no le conté lo que había escuchado,  solo le pedí que fuera a checar los refrigeradores, el cuarto donde se guardan los muertos, extrañado por lo que le pedí,  fue y al poco rato regresó,  mirándome a los ojos levantó su pulgar,  me hiso saber que todo estaba bien.

Por no dejar,  le pedí que me llevara a donde estaba el cuerpo del niño, porque yo no sabía donde lo había puesto, caminó y me señaló con su dedo la gaveta, era la misma donde momentos antes había escuchado los ruidos, fue entonces cuando le conté todo lo ocurrido.

No sé si en realidad me creyó, pero luego de ponerse muy serio me platicó que ahí pasaban cosas increíbles, de las llamadas paranormales, muchos trabajadores así como estudiantes,  aseguran a ver visto espíritus y fantasmas de los muertos, además de esencias que abandonan los cuerpos.

También a todas horas se escuchan ruidos y lamentos sin saber realmente de donde vienen o quien los hace, pero una cosa si es segura,  no es nada de este mundo.

Me dio a entender que tendría que acostumbrarme a convivir con toda clase de cosas raras,  que solo me dejara llevar, porque las manifestaciones realmente son frecuentes y nosotros como médicos forenses tenemos las cualidades para lidiar con todo eso.

Ahí comprendí que mi papá podía oír, y hablar   realmente con los muertos, también seguramente estaba acostumbrado a ver todo tipo de manifestaciones sin sentir temor.

Lo último que voy a compartir fue una noche que llevaron un cuerpo como a las 2 de la madrugada, para realizarle la necropsia, las personas que lo transportaban se negaron a abandonar la morgue, traían un permiso especial por parte del director para esperar ahí hasta que termináramos,  porque enseguida se lo llevarían de regreso.

Inquietos, bajo la mirada de esos hombres nos dispusimos a trabajar, al quitarle la sábana me sorprendí, igual que mi compañero, en los primeros segundos no podría decir si el cuerpo que teníamos en la plancha era hombre o mujer.

Era un cuerpo bastante extraño, claramente se podía ver que había muerto por ahogamiento, porque tenía un hueso bastante grande metido en su boca, seguramente eso le había obstruido las vías respiratorias, hasta causarle la muerte.

Al quitarle sus vestimentas nos dimos cuenta de que se trataba de una mujer bastante mayor, seguramente tendría más de 90 años, lo impresionante era su estado,  pareciera que la habían sacado de su tumba.

El cuerpo estaba casi momificado, su piel casi pegada al hueso, practicamente seca, con sus brazos levantados, las uñas de sus manos bastantes largas y una terrible expresión.

Mi compañero revisó de nuevo los papeles, en ellos decía que era una mujer de 50 años aproximadamente, lo que no encajaba fue cuando me notificó que llevaba 8 horas de haber fallecido.

Una de las personas que habían llevado el cuerpo al ver nuestro asombro, casi nos ordenó que nosotros solo hiciéramos nuestro trabajo sin preguntar nada.

Lo primero que hicimos fue extraer el hueso metido en su boca, cuando lo sacamos nos dimos cuenta de que era humano,  perteneciente a un brazo pequeño,  tal vez era un hueso llamado radio o cúbito.

Nos disponíamos abrir el cuerpo cuando aquella mujer se quejó, dimos un paso para atrás sin dejar de mirarla, me pregunté varias veces para mis adentros que estaba pasando, porque eso era imposible.

Cuando hicimos la incisión para ver su estómago, un terrible olor invadió toda la sala, aunque tenía todos sus órganos estos estaban muy deteriorados, practicamente deshechos.

Tenía marcas en las muñecas de sus manos así como en los tobillos,  como si hubiera estado amarrada con alambre de púas,  además de muchos hematomas en todo el cuerpo.

Después de terminar con la necropsia les entregamos los resultados, ellos solamente recogieron el cuerpo y salieron de la morgue, dejándonos confundidos.

A los 10 minutos se presentó el director, nos prohibió comentar cualquier cosa referente a ese caso, bajo amenaza de ser despedidos.

Nunca, jamás, ni antes ni después de ese día me tocó trabajar con otro cuerpo que se encontrara en ese estado, lo que yo pienso que era esa anciana no lo puedo mencionar, mejor lo dejo a su criterio.

Autor: Gato Negro

Derechos Reservados

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror