La Lechuza Bruja, Historia De Terror 2023.

La-Lechuza-Bruja-Historias-De-Terror.

La Lechuza Bruja, Historia De Terror 2023.

La Lechuza Bruja, Historia De Terror… Hay veces que visitar un panteón en la noche te deja algo más que un mal momento o un susto, también te puede dejar marcado para toda tu vida, esto nos pasó a un amigo y a mí y esta es la historia.

Mi nombre es Rubén, ahora tengo sesenta y cinco años y soy velador o guardia, cuando tenía catorce años vivía en San Andrés Tuxtla, tenía un amigo llamado Javier quien estaba conmigo en la secundaria, además de ser mi vecino.

Nos gustaba ir a visitar a un señor ya mayor amigo de mi abuelo, quien era velador en una construcción muy grande, que se encontraba frente al panteón, un lugar del cual se contaban muchas cosas.

El señor se llamaba Jacinto y siempre nos contaba muchas historias de miedo, que la verdad nos gustaba escuchar, aunque a veces nos hacia regresar rezando para nuestras casas.

Hablaba mucho de las lechuzas, que por cierto abundaban por el lugar, nos decía que eran aves nocturnas de mal agüero, que eran amigas de las brujas y que éstas las utilizan para hacer el mal a larga distancia.

Por extraño que parezca, siempre en esa construcción había una lechuza blanca como un fantasma, parecía estar cuidando a Don Jacinto porque lo miraba fijamente, como si estuviera al pendiente de lo que hiciera.

Para donde caminara el señor, lo seguía, a veces adrede se movía de un lado a otro y la lechuza casi le daba vuelta a la cabeza, porque nos decía don Jacinto que ellas carecían de movilidad ocular por eso la tendrían que girar tanto.

En una ocasión nos contó que ya se sentía muy cansado para seguir trabajando, pero antes de dejar el trabajo nos confesaría algo muy importante, que no se lo podíamos contar a nadie.

Nos dijo que él guardaba un secreto, algo muy valioso dentro de una tumba, que cuando el muriera seria nuestro, solo tendríamos qué ir por él, pero que tuviéramos cuidado de las lechuzas que eran quienes cuidaban de esa tumba.

Nos contó que eran muy peligrosas, que las garras de sus patas aprietan el alma a los moribundos o de los recién difuntos y se las llevan al infra mundo de donde dicen que ellas vienen.

Nos dijo que cuando fuéramos a ese lugar sabríamos cual era la tumba, ya que los ojos de esas aves se ven en la noche como luces que arden entre las sombras de las tumbas.

Además, tendríamos que ir sin sentir codicia alguna, porque lo que íbamos a buscar se desaparecería para siempre, así que lo tomáramos en cuenta.

Nosotros éramos unos jóvenes sin malicia, así que no deseábamos que algo le pasara a nuestro amigo, menos que se muriera para poder obtener algo.

Pero ese día no tardó en llegar, una mañana encontraron a don Jacinto sin vida, había fallecido en circunstancias muy raras, aunque dijeron que fue de un infarto, aseguraban que tenía muchas heridas, como si lo hubieran picado algunas aves.

También dentro de la construcción encontraron restos de animales calcinados, además de muchas otras cosas que hacían suponer que ahí se hacían alguna clase de rito.

Después de algunos días, decidimos ir al panteón a buscar esa tumba que nos había dicho don Jacinto, y nos pusimos de acuerdo para entrar ya de noche, para poder distinguir los ojos de las lechuzas paradas en la tumba.

Desde que salimos de nuestras casas se escucharon unos chiflidos y al buscar de donde venían supimos que una lechuza nos empezó a seguir, a veces se paraba en los árboles esperando que avanzáramos.

Cuando estuvimos frente a las puertas de aquel panteón yo ya iba nervioso, era la primera vez que entraría a un lugar así de noche, nos pasamos por una parte de la reja que estaba quebrada porque el panteón ya estaba cerrado.

Al verme dentro de aquel panteón, recordaba todas las historias que nos contaba Don Jacinto, y hasta parecía que cobraban vida, siempre nos decía que una bruja vivía aquí adentro y que era muy perversa.

Nos contó que era una bruja mayor, que era capaz de transformarse y que era la encargada de hacer reuniones de brujas dentro del panteón.

Caminamos entre las tumbas casi temblando, con todos los sentidos activados, por si escuchábamos o veíamos algo raro salir corriendo de ahí, serian como las diez de la noche.

Avanzábamos tratando de mirar entre la obscuridad, seguidos de la lechuza que silbaba como alertando a las demás de nuestra presencia, algunas lechuzas estaban paradas en los árboles, tan blancas que parecían fantasmas mirándonos fijamente.

De pronto mi amigo miró unas luces a lo lejos y nos dirigimos hacia allá, pero al acercarnos, no eran más que veladoras encendidas, nos sorprendimos al ver que habían dos gallinas negras sin cabeza, además de algunas fotografías y algunos amuletos extraños.

Corrimos más adentro del panteón, en medio de los ruidos de la noche se escuchaba el viento tan tétrico que parecía que lloraba, también se oían los silbidos de las lechuzas.

De vez en cuando los árboles se movían con fuerza, a veces nos revoloteaban los murciélagos por encima de nuestras cabezas que nos hacían estremecer, pero sobre todo yo escuchaba mi respiración y el latido del corazón.

Cuando estábamos a punto de llegar al final del panteón ahí estaban esos ojos brillantes en medio de aquella obscuridad que parecían pequeñas llamas, que se prendían y se apagaban, como señalándonos el lugar.

También se veía una silueta de una mujer que se confundía con los monumentos del panteón, quisimos salir corriendo, pero dominamos nuestro miedo.

Nos acercamos aquella tumba que estaba en medio de todas las cruces, había cinco o seis lechuzas bastante grandes que habrían sus alas sin dejar de mirarnos, esa mujer, tenía el pelo largo y no se distinguía bien su cara, por lo negro de la noche, hasta que le dio la luz de la luna.

Sus ojos ya los había visto antes, esa mujer era aquella lechuza que siempre estaba mirando a don Jacinto, tal vez también era la lechuza que nos vino siguiendo hasta el panteón.

La Lechuza Bruja, Historia De Terror

La-Lechuza-Bruja-Historias-De-Terror.
La-Lechuza-Bruja-Historias-De-Terror.

La mujer lechuza, o bruja, no tengo claro cómo nombrarla, lanzó un sonido peculiar, como si estuviera cantando, sonaba tétrico, eran canticos dignos del infierno.

Luego la bruja se dio la vuelta y se perdió entre las tumbas.
Quedamos nerviosos y confundidos, así que mejor caminamos de regreso y salimos del panteón, no corrimos para evitar que la cosa esa nos fuera a perseguir.

Cuando llegué a mi casa serian como las doce de la noche.

Yo presentía que los cantos de la bruja era una maldición que nos había lanzado.
De una forma o de otra la vida me fue llevando por una serie de situaciones dónde cada decisión que tomé me llevo a trabajar en el puesto que alguna vez ocupó Don Jacinto.

Hasta el día de hoy soy el velador de la misma construcción, ahora entiendo porque tenía toda su vida trabajando ahí, él también fue marcado por esa cosa para cuidar del lugar, no entiendo por qué.

Cuido la casa de la bruja y tal vez no me crean, pero todas las noches me acompaña una lechuza que con su mirada me recuerda que estaré aquí para siempre.

En cuanto a mi amigo, bueno, solo uno podía tener el trabajo….

Autor: El Gato Negro.

Derechos Reservados.

Share this post

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Historias de Terror