Antiguos Inquilinos, Hitoria De Terror 2023

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Antiguos Inquilinos, Hitoria De Terror 2023

Antiguos Inquilinos, Hitoria De Terror… ¿Les ha pasado que en su casa tienen una habitación o un lugar que les dé tanto miedo que al salir de ella sienten que algo los puede agarrar?

Hoy voy a compartirles una de las experiencias más abrumadoras por las que pasamos un amigo y yo. Todo nos ocurrió en el año de 2004, el año en el que recién me había cAntiguos asado, junté por fin el dinero para comprarme una casita, la cual encontré a muy buen precio en una zona muy poco deseable para muchos, y que sí mi Madre estuviera con vida en esos días seguro me reclamaría por el lugar donde la escoge.

Para ponerlos en contexto, se trataba de una casa vieja ubicada justo a un costado de la Barranca de Huentitan, realmente no se corría peligro al estar tan cerca de la orilla pero si causaba algo de vértigo.Como recién la había adquirido, le pedí ayuda a mi Amigo Juan Carlos para que me ayudara a mudarme.

Al llegar a la casa nos encontramos con que el cancél de fierro se encontraba estorbando la mitad de la calle pues estaba abierto, Juan Carlos me comentó que quizás un niño la había dejado abierta pero no se veía ningún alma por allí, de igual manera la cerramos para que no estorbara mas, fue donde me di cuenta que para ser un cancél de fierro se encontraba muy pesado y que no era del todo posible que el viento lo haya movido tan fácilmente.

Por dentro la casa era de un solo piso, constaba de dos habitaciones al frente, una cocina, el patio justo a mitad de la casa y hasta el fondo una habitación mas junto al único baño . Cuando me mostraron la casa por primera vez el último cuarto estaba abierto, lo vimos por dentro y me di cuenta que fue usado para guardar cosas, pero además tenía un viejo colchón arrumbado en una esquina y algo de ropa vieja.

Por ahora estaba cerrada la puerta, el antiguo dueño me prometió que pintaría la habitación y que me llevaría las llaves al día siguiente, yo solo quería comprobar si era cierto que fue pintado el lugar como habíamos acordado.

Continuamos bajando las cosas del carro, terminamos exhaustos así que nos sentamos en el piso mientras nos tomábamos un par de cervezas las cuales terminaron relajándonos, el sueño nos alcanzo y nos quedamos dormidos. Juan Carlos me despertó comentándome que se estaba haciendo tarde, iba a ir al baño para seguir con la mudanza, le indique donde lo podía encontrar.

Pocos minutos después, Juan Carlos regreso muy alarmando preguntándome si logre abrir ya la habitación, le comente que no y él me menciono que claramente escucho la voz de alguien desde la pared.

Pero esto no fue lo que inquietó, si no un llanto de una mujer que parecía que entre sollozos decía algo que no era muy entendible. Fuimos a cerciorarnos pero la puerta permanecía cerrada. La empujamos un par de veces pero no desistió. Así que tomamos unas pinzas para desarmar el picaporte y abrirla. Nos llevó casi toda la tarde pero lo logramos.

La habitación se encontraba pintada de blanco, tal como se habló, ya no había cosas como antes , solo se encontraba a mitad de la habitación una silla de madera con una pata ya a punto de quebrarse, y sobre ella lo que parecía ser un rebozo rojo.

Juan Carlos lo tomó y bromeó un rato con el reboso puesto sobre su cabeza simulando que se trataba de la anciana llorando, al principio fue divertido pero lo que nos quitó la diversión fue cuando la puerta se azotó igual que si alguien la empujara por dentro.

Ya entrada la noche y después de acomodar los pocos muebles que teníamos, Juan Carlos me comentó que ya se retiraría, yo me quedaría a dormir con la intención de verificar como era el Barrio ya por la noche. Aun así lo invité a quedarse pero él me dijo que no se sentía muy bien en la casa, había algo que lo inquietaba desde la tarde y de alguna manera algo le decía que no se quedara mas. No le quise dar mucha importancia, así que solo me despedí de él.

Ya eran las Nueve de la noche cuando terminé de hablar con mi esposa que estaba en la casa de su madre, le comentaba sobre todo lo que habíamos hecho y donde acomodamos todo, y mientras lo hacía realizaba un recorrido final a la casa, y en eso pude notar que la habitación del fondo se podía apreciar una luz desde adentro. No sabía que podía ser, me quedé en silencio por unos segundos, pensé que quizás alguien se metió por la barda que daba al barranco, en eso escuché la voz de mi esposa, se escuchaba tenue su voz pero caí en cuenta que provenía del teléfono. Olvidé que aun seguía hablando con ella.

Me despedí y rápidamente fui a buscar un Martillo para defenderme en caso de que se hubiera metido alguien. Me acerqué al cuarto y pude notar que el brillo que vi, titilaba, abrí la puerta por completo y me encontré que sobre la silla se encontraba una veladora.

Pensé que todo había sido una broma de Juan Carlos, y que la puso solo para asustarme, pero nunca se había separado de mí en lo que restó del día. Me acerqué a la Vela y la apagué de un solo soplido y cuando me di la vuelta para regresar a la cocina, frente a mi estaba parada una anciana con el pelo desaliñado, un reboso le cubría parte de la cabeza pero lo que más me asustó y aterró fueron sus dos enormes orbitas oculares como pelotas blancas. Me caí de espalda por el susto, tropecé con la silla y perdí de vista a aquella anciana.

Antiguos Inquilinos, Hitoria De Terror

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Me senté un rato en el piso tratando de recobrar el aliento, en mi cabeza aun tenía muy presente el rostro de aquella mujer, sobre todo sus ojos aun los veía justo delante de mí, en eso pude escuchar que alguien tocaba al timbre. Me apresuré para ir a abrir, que cuando di la vuelta para cerrar la puerta tuve la sensación de haber visto a alguien sentado en la silla de madera. Pensé que mi mente me estaba jugando una mala jugada, si había tomado algo pero no tanto para estar delirando cosas.

El sonido del timbre se volvió a escuchar, así que me apresuré a abrir, y al llegar a la puerta allí se encontraba un anciano, que sin decirle que pasara se tomó la libertad de entrar.

Le pregunté si se le ofrecía algo, me señaló con la cabeza que NO y luego dijo, “Mi hermana vivía en la habitación de atrás, solo vengo por ella”… Le comenté que eso era imposible pues la casa estaba vacía desde hace tiempo y recién la compre yo, pero él seguía insistiendo en que su hermana estaba atrás así que terminé corriéndolo pues no me dejaba descansar.

Apenas me senté a descansar después de tanto batallar con ese anciano, que volvieron a tocar la puerta principal, me levanté muy molesto y al abrir la puerta allí estaba Juan Carlos.

Me sorprendió de verlo, pero le pregunté si había visto a un anciano parado allí, me comentó que no y que cuando llegó el cancel cerrado y las luces del exterior estaban encendidas, por ello estaba seguro que no había nadie afuera. Resultó ser que Juan Carlos no alcanzó transporte de regreso a casa y regresó para pedirme que lo dejara dormir. No tuve objeción en ello, además tener un poco de compañía me ayudaría a pasar la noche.

Después de una hora de estar platicando, Juan Carlos me comentó que dormiría en el piso, a mi no me pareció mala idea pues solo teníamos una cama y estaba aún llena de cosas que se tenían que acomodar, así que también me acosté a unos metros de él.

No se qué horas eran, pero me despertaron unos pasos a un lado mío, me imaginé que era Juan Carlos así que le comenté que si solo tenía que orinar fuera al árbol del patio para que no cruzara todo a mitad de la noche. Pero no me respondió y aun así lo seguía escuchando dando vueltas alrededor de la sala, me tallé los ojos y volteé a verlo, allí parada a un lado de Juan Carlos se encontraba la anciana.

Me quedé congelado del susto, no podía mover las piernas, entonces la anciana me miró por bastante rato, luego giró su cabeza y salió hacia el patio. En eso paso algo muy extraño, el clima se tornó helado, podía ver el vapor salir de mi boca. Traté de despertar a Juan Carlos pero no logre hacerlo, no sabía si aquella anciana le había hecho algo o si solo era el sueño muy pesado, entonces Juan Carlos comenzó a convulsionar, su cuerpo se agitaba descontroladamente.

Insistí en despertarlo pero alguien tocó a mi puerta nuevamente, lo ignoré para ayudar a mi amigo pero la puerta se abrió por su sola mostrando al anciano de hace rato parado observándome. Había un palo de madera a un lado mío, lo agarré para defenderme del anciano y él me dijo que lo dejara pasar pues sabía bien que su hermana estaba ahí aun.

No pude negarme más, así que lo dejé entrar y como si ya conociera la casa se encaminó hacia el patio hasta la habitación del fondo. Entonces lo vi, aquel hombre que traía del brazo a aquella mujer y en sus manos el rebozo rojo. Me agradeció la oportunidad y se fue. La Puerta se Cerro y jamás lo volvimos a ver.

Juan Carlos despertó asustado, apenas y podía respirar. Me comentó que tuvo una pesadilla donde una anciana no lo dejaba respirar y lo ahorcaba con ambas manos. Aún me costaba trabajo de asimilar todo lo que nos sucedió, quien nos vendió la casa nos aseguró que no había problemas con otras personas o que cosas así pasaran, así que le marqué por teléfono en la primera oportunidad que tuve en la mañana. El parecía asombrado de lo que le contaba, pues tal y como le describí al anciano resultó que era igual a su Papá cuando estaba con vida.

Esa misma mañana el antiguo dueño de la casa llegó para platicar respecto a la casa. Él vivió anteriormente allí con su Padre y su Tía, y ha esta última le tocaba dormir en el cuarto del fondo. Su Padre cuidaba de su hermana debido a que tenía cataratas en ambos ojos y ya estaba ciega. Con el tiempo su Padre enfermó y murió en el hospital, ella a los pocos días murió en el cuarto, decían que murió de tristeza pues nadie la pudo cuidar como él.

Algo que atesoraba mucho su tía era el rebozo rojo que le regaló su hermano, pues el rojo era el color que más distinguía con las cataratas. Además, nos mencionó que había ocasiones en las que él lograba ver a su Tía caminar por la casa días después de que falleció, y en ocasiones se paraba a un lado de su cama observándolo. Todo pareció calmarse cuando un día el espíritu de su Tía se apareció varias veces, terminaron abrieron la puerta de la casa para que salieran los malos espíritus, pero jamás le había tocado darle el paso a su Padre para que se llevara a su hermana.

Desde ese día en adelante las cosas se tranquilizaron bastante, he de aceptar que esa habitación no la usamos para dormir, solo para almacenar cosas y cuando entro a buscar algo debo dejar el lugar rápido pues aún me aterra lo que vi y no quisiera volver a vivirlo. A pesar de que mis vecinos me han dicho que no ocurre nada, a mí me sigue dando miedo y pavor.

Autor: Mario Franco Corrales Lengua de Brujo

Derecho Reservado.

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Historias de Terror